domingo, 28 de junio de 2009

Prosa inventada


La apariencia del mundo.
La naturaleza es la realidad tangible tras la que se oculta el horror de la muerte.
La belleza es la máscara del horror según grandes pensadores.
La belleza es una imagen, una mera apariencia que oculta el vacío de las formas por sobre el contenido. Por sobre la verdad.
No escribo teoría estética. Escribo pensamientos que emanan de mí al entrar en contacto con el pensamiento de otros. Al entrar en contacto con el mundo. Escribo poesía… y trato de que tenga sentido.
Verán, como lectores y posibles escritores, les digo que el ser humano no sólo siente ni sólo piensa. El ser humano es un ser maldito porque tiene cuerpo y alma. Es un ser tan complejo que padece su sentir y su pensar.
Ahora, no sé si logro lo que intento. Pienso mis palabras y luego las siento. Empiezo teorizando y termino poetizando una idea retórica carente de toda validez.
Y luego de repensar el diálogo entre mis ideas y mis sensaciones vuelvo al punto en el que mis sentimientos no piensan y mis pensamientos no sienten.
Si la belleza es la máscara del horror a momentos no lo entiendo. Si lo que percibimos del mundo es pura apariencia, imagen bella, soportable, de la realidad, del contenido real de la forma. Entonces lo real dista mucho de la realidad.

Sueño con ahora (divagación nocturna)

He comenzado una nueva historia en mi vida que me tiene algo desconcertada. Es el primer momento en que no quiero sufrir constantes viajes al pasado recordando algo, que alguna vez alguien hizo, comparándolo con lo que, ahora, otro hace. La memoria suele jugarnos malas pasadas con eso de los flashbacks repentinos. Malditos estímulos adecuados que nos hacen recordar.
Trato de cimentar mi confesión en aquello que se revela como algo oculto que quiere salir a flote. Los recuerdos se pierden en mi mente y ya no sé si tengo los detalles correctos o si estoy creando detalles nuevos. O llenando espacios vacíos en mi mente para sentir que el pasado aún existe. Pero la verdad es que se desvanece hasta que se vuelve a materializar en el presente con el estímulo adecuado que llena todos los vacíos.
Así es cada vez que tengo una nueva pareja y esta me abraza de la forma en que alguna vez me abrazó un primer amor. Y el revivir ese momento me traslada automáticamente a un momento que creí olvidado por completo. Es cierto. La mente nunca olvida. Todo se esconde tras una capa nebulosa de nuevas experiencias mezcladas con antiguas.
Bajo esta premisa, tan larga y poco explicativa, quiero concluir que es imposible empezar de cero y que lo nuevo no nos retorne al origen.
La primera vez que beses unos labios, los besarás por siempre. La primera vez que digas te amo vendrá a tu mente cada vez que digas te amo nuevamente. Y la primera vez que te sientas plena… y feliz… la envidiarás por siempre, porque según nuestras mentes enfermas, todo tiempo pasado siempre fue mejor.
El amor y la muerte son las grandes experiencias que te remiten a la vida. Cuando te enamoras sientes que la vida tiene sentido y vale la pena. Y cuando alguien a tu alrededor muere… la vida vuelve a ser importante. Y, al igual que el primer beso, el primer te amo y el primer amor, la primera pérdida de un ser querido es la que te marca y vuelve a ti cada vez que te hablan de morir.
No estoy viviendo una muerte ni recordando alguna. Estoy viviendo una vida que siento que no vuelve a empezar, sino que se repite.
Quiero empezar de cero y dejar de retornar. Quiero que la vida parezca nueva y los recuerdos dejen de aflorar.
Quiero, deseo, ansío, añoro. No, no añoro. Eso es extrañar; mirar a un pasado del cual me quiero desprender.
Quiero, deseo, ansío, anhelo, persigo, choco tres veces el talón de mis zapatos y pido volver a tener el vacío. Volver a tener el recipiente desocupado para llenarlo como me plazca.